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Historia

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Desde el punto de vista gubernamental, al triunfo de la Revolución las funciones culturales eran desempeñadas por la Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, y el peso de la gestión cultural recaía en la gestión de instituciones de carácter privado y asociaciones voluntarias.
Con el triunfo de la Revolución el 1ro de enero de 1959 la sociedad cubana experimentó profundos cambios en todas sus estructuras. Por ese entonces, tuvo lugar la creación de instituciones culturales emblemáticas para la cultura del país como fueron el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), fundado apenas a 83 días del triunfo de la Revolución Cubana, lo que puso de manifiesto la preocupación del nuevo gobierno por la cultura artística; la Casa de las Américas, en abril de 1959, para desarrollar y ampliar las relaciones socioculturales con los pueblos hermanos de América.
El Consejo Nacional de Cultura se concretó en 1961 como primera institución gubernamental independiente para el desarrollo de la política cultural del país.
Un amplio proceso de democratización de la cultura tuvo lugar y momentos importantes se pusieron de relieve desde 1961 con la exitosa y trascendental Campaña de Alfabetización, que alfabetizó a casi un millón de personas, y la creación de la Imprenta Nacional, la cual inició la publicación de la obra de los grandes maestros de la literatura universal y para ello partió con la tirada masiva de 100 000 ejemplares en cuatro tomos, de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes y Saavedra, primera edición cubana de este título.
También se inauguraron la Escuela Nacional de Arte, en 1962, que dio inicio a la extraordinaria expansión de la enseñanza artística, como una de las obras más trascendentales y hermosas de la Revolución Cubana expresada en el desarrollo y prestigio alcanzado por el arte en Cuba. Otra importante institución creada por estos años, específicamente en 1967, fue el Instituto Cubano del Libro, responsabilizado de la política para el desarrollo y promoción del libro y la literatura.
Estos constituyen los antecedentes del surgimiento del Ministerio de Cultura, el cual se creó como parte del proceso de institucionalización de los Órganos de la Administración Central del Estado cubano, ocurrido en 1976.
Creación de Mincult
A partir de la Tesis de la Cultura Artística y Literaria del Congreso del Partido de 1975, se afirmó el reclamo que abrió las puertas a la idea de fundar dicho Ministerio, el cual se crea dentro del proceso de institucionalización de los Órganos de la Administración Central del Estado de la República de Cuba, con el encargo de dirigir, orientar, supervisar, controlar y ejecutar en el ámbito de su competencia, la aplicación de la política cultural del Estado y del Gobierno cubano, así como garantizar la defensa, preservación y enriquecimiento del patrimonio cultural de la nación.
Por la Ley No.1323, de 30 de noviembre de 1976, de la Organización de la Administración Central del Estado, se crea el Ministerio de Cultura, posteriormente derogada por los Decretos-Leyes No.67 y No.147, hasta el No.272 vigente en la actualidad.
Según acuerdo 4024 del Consejo de Ministros con fecha 11 de mayo del 2001 se aprobaron, con carácter provisional, hasta tanto sea adoptada la nueva Legislación, el objetivo y las funciones y atribuciones específicas siguientes:

  • Dirigir, orientar, promover y supervisar y ejecutar la política cultural del país, en un vínculo estrecho y sistemático con el movimiento intelectual y artístico.
  • Favorecer, controlar y evaluar la aplicación coherente de la política de difusión y promoción del arte y la literatura.
  • Dirigir, supervisar y evaluar la política orientada al estudio, la conservación y la restauración del patrimonio cultural de la nación.
  • Promover un amplio movimiento sociocultural en el país a favor del desarrollo de una cultura general integral en nuestro pueblo.
  • Promover la formación de valores estéticos en la sociedad, con énfasis en niños, adolescentes y jóvenes; contribuyendo a la creación de la ética social.
  • Dirigir y supervisar la política y los procesos de la formación artística, la de los promotores culturales y la preparación de los instructores de arte.
  • Dirigir y supervisar la política de promoción nacional e internacional del arte y la cultura y de las manifestaciones culturales provenientes del exterior.
  • Dirigir, controlar y ejecutar la política relativa a la producción y comercialización de bienes y servicios culturales del país.
  • Dirigir y controlar la política relativa al del derecho de autor.

En dicho acuerdo se aprobaron, además, once direcciones y tres departamentos que integran el nivel central del organismo, con el cargo de viceministro primero y cuatro cargos de viceministros, con una plantilla de 183 trabajadores, de ellos 23 en cargos dirigentes. De igual forma se constituyeron las Direcciones Provinciales y Municipales de Cultura, las que se responsabilizan en la aplicación de la política cultural a estas instancias. Se abre una etapa de desarrollo que genera la creación de una amplia red institucional en el país, integrándose a los diversos cauces por donde fluía la vida espiritual e intelectual de la nación, que, durante más 15 años de proceso revolucionario, venían ocupándose de las modalidades profesionales y populares de expresión y reproducción artística, literaria y tecnológica existentes.
Vale recordar que los principios fundamentales que regían la vida cultural del país habían sido anunciados en fecha tan temprana como en 1961, cuando en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, Fidel Castro le habló a los intelectuales y sus palabras se convirtieron en la base de la política cultural de la Revolución.
Para la realización de sus objetivos fue indispensable crear instituciones culturales fuertes, con autoridad y personalidad propia, con el fin de darle toda la jerarquía y autoridad para su funcionamiento.
Por acuerdo No.2322, de 23 de enero de 1989, del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministro, se autorizó la creación del resto de los Institutos y Consejos (recordar que ya existían tres de ellos); los que quedaron organizados el 1 de abril de 1989 como estructura básica del sistema institucional de la cultura. Ello sería: el Instituto de la Música (ICM) y los ya fundados Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) e Instituto Cubano del Libro (ICL); el Consejo Nacional de las Artes Plásticas (CNAP) y el Consejo Nacional de las Artes Escénicas (CNAE), el Consejo Nacional de Patrimonio (CNAP) y el ya mencionado Consejo Nacional de Casas de Cultura (CNCC).
Para asumir la dirección del nuevo Ministerio se necesitaba una persona con suficiente autoridad intelectual, moral y política, y la persona escogida por la dirección de la Revolución fue el doctor Armando Hart Dávalos.
La decisión tuvo una notable significación, y fue bien percibida en el mundo de la cultura, por tratarse de una figura representativa de la Revolución cubana y con elevado prestigio. Además, llegó con una autoridad no solo personal, sino de su obra y su vida, capaz de poder enfrentar y liquidar las fisuras que limitaban e impedían el trabajo cultural en el país, abriendo un nuevo camino que también en cierta medida se apoyaba en esa tradición cultural del pueblo cubano.
Desde el primer momento, en Hart y en sus principales colaboradores estuvo la certeza de que había que conservar lo valioso de la historia de nuestra cultura, elevar cualitativamente cuanto provenía de los aportes nacidos en los años 60, y transformar con altura lo que se había torcido en los 70, a raíz de rígidos extremismos rectores que confundieron a las expresiones culturales con la ideología y la propaganda políticas.
La misión radicaba en forjar un clima de confianza para la creación artística y literaria, de credibilidad y seguridad; acercarse y convencer a los artistas e intelectuales hasta ubicarlos en el centro de la sociedad, así como crear un público receptor preparado y ponerlos en contacto con la comunidad artística cubana.
El arma que utilizó el ministro para acaparar la confianza de los artistas e intelectuales fue la de dirigir con consenso. Construyó un organismo sobre la base de la presencia permanente de los artistas e intelectuales en la discusión y proyección de temas decisivos de la política cultural.
Fue así que se rodeó de personas de confianza, y admiradas por sus méritos artísticos e intelectuales; figuras como Julio García Espinosa, Antonio Núñez Jiménez, María Luis Bravo, Mirtha Aguirre, Graziella Pogolotti, Roberto Fernández Retamar, sin dejar de mencionar a Graciela Rodríguez (Chela), quienes tuvieron siempre por divisa la utilidad del pensamiento plural; por lo que consideraron indispensable la formación de Consejos Asesores que alimentaran sus propias definiciones y decisiones; e igual las del resto de los cuadros y funcionarios, quienes de manera exigente y flexible supieron articularse con el gremio de creadores.
Testigos de la época coinciden en que, en aquel entonces, nadie sabía que estaban haciendo algo que no era solo para el momento, sino para años siguientes. Se lograron preparar inmuebles para las instituciones culturales, se crearon los Museos municipales y las Galerías de Arte. Era el momento y no otro de colocar a la Cultura en el lugar que le correspondía.
Luego de constituido el Ministerio, la primera Ley que se aprueba es la de Patrimonio en 1977, para proteger y salvaguardar la memoria de la nación cubana; la segunda fue la de Monumentos.
Trascurrieron los años, parte del desarrollo artístico se fue interrumpiendo por la llegada del período especial. Había poco dinero, necesidad de recursos, pero se mantuvo la enseñanza artística gratuita en el país y el funcionamiento de las Casas de Cultura.
Al igual que otras esferas de la sociedad, en la Cultura se produjo un deterioro brusco de las instituciones culturales. Fue entonces cuando se creó un sistema empresarial para costear los procesos culturales de la nación que se hacían complejos tanto en el interior como en el exterior. Igualmente, se convirtieron las fundaciones en un arma del Socialismo y de la Revolución: se creó así la fundación Alejo Carpentier, la del Nuevo Cine Latinoamericano, la de La naturaleza y el hombre y la Caguayo, entre otras.
Sin dudas el Ministerio de Cultura no es únicamente resultado de una decisión gubernamental. Nació más bien como punto de llegada lógico de una evolución en la práctica y el diseño de la gestión sectorial correspondiente. No surge como organismo burocrático, sino como una necesidad para aplicar la política cultural la Revolución, que además de cumplir lineamientos, trabaja para satisfacer a los artistas y contribuir a elevar la cultura general integral de nuestro pueblo.

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