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Corina Mestre: Hay que caminar si se quiere hacer camino

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corina mestre

Tenaz inspiradora de actitudes coherentes y sentidas, eterna protectora de opiniones y devociones, encontramos a Corina Mestre, actriz, militante, profesora, intelectual, cubana. A propósito de los 60 años de Palabras a los Intelectuales, la ACN conversó con ella sobre paradigmas, contextos de diálogo en Revolución, y, sobre todo, del camino en el que todos somos
protagonistas y continuadores.

–Eres una mujer centrada en tus convicciones, tu trabajo como actriz y la sensibilidad de crear rutinas creativas frente al aula. ¿Cómo consigues tiempo para estar siempre presente?

En la pregunta está la respuesta. El tiempo es uno para todos. El asunto no es aspirar a multiplicarlo, sino estar disponible, presente. Pero para eso no bastan la sensibilidad, el conocimiento o la oportunidad, hacen falta además la voluntad y la capacidad de entregarse, de colocar el centro en el otro.

Yo he trabajado, en varios momentos de mi vida, en áreas diversas, sin embargo en todas ellas he entregado el mismo interés, compromiso y pasión, que es un proceso cotidiano que consiste en sumar pequeños gestos y actos que, vistos en la distancia, arman la trayectoria. Antonio Machado tiene razón: se hace camino al andar.

— Se habla de crisis de valores promovida, entre otras razones, por las apetencias que nos imponen constantemente desde afuera. Aun así ¿se pueden formar ideales, valores y patriotismo a través de la docencia artística?

Las crisis como tal son un proceso de vida. No hay que temerles entonces. Sin embargo, cuando resultan de la imposición y la manipulación, cuando fuerzas poderosas externas se ponen de acuerdo con intenciones destructivas, cuando es el resultado de procesos ajenos, invasivos, hay que mostrar una sólida resistencia; pero ésta, como decía Cintio Vitier, ha de estar
“preñada de libertad”.

En el aprendizaje del arte se muestran instrumentos capaces de manejar las crisis de manera creativa. En la obra de arte, se produce el proceso de conducción deseado, planificado y ordenado de una crisis, dirigido hacia la materialización de la belleza, la verdad y la virtud.

Aunque no seamos artistas profesionales, aunque al final nos movamos en otras esferas del conocimiento, los métodos de creación producen resultados idénticos que conducen hacia el fin, que es la realización de una vida plena para todos.

— Han existido artistas mediocres, decisores sin vocación, creadores sin musas y falsos histriones. ¿Cómo afrontarlos desde tus propios principios y maestría?

La mediocridad es una mala hierba que se instala en cualquier terreno. Es la fuente de desencuentro y malestar, tanto en los individuos como en las sociedades; y hay que disponer de mucha energía en su erradicación o, al menos, en mantenerla en espacios controlados. Pero nada podrá sustituir en ese combate -pues lo es en toda ley-, al ejercicio del talento ordenado al
bien común.

— Las instituciones culturales están teniendo un arduo enfrentamiento con la excusa de la falta de diálogo. ¿Cómo dialogar con la marginalidad y el mercenarismo de quienes pregonan que en Cuba hay un apagón cultural?

El diálogo, como en el habla cotidiana, se ejerce a través de “turnos del habla”, es decir, cada cual usa tiempo en hablar y en escuchar, alternándose. Con sordos no es posible. Mercenarios y mediocres pierden la capacidad de escuchar y hasta de ver. Repiten como cotorras el mensaje que les han ordenado – y pagado- trasmitir. Así que es pérdida de tiempo y energías institucionales intentar esos comercios innobles.

La búsqueda de consensos, el intento de descubrir colectivamente los errores, las insuficiencias, las zonas envejecidas o anquilosadas, la proposición de puntos de vista y soluciones, debe ser la práctica cotidiana en la relación Arte-Institución.
No siempre funciona, por eso la insistencia en fomentar intercambios productivos, socialmente beneficiosos. Lo por hacer en materia de buscar acuerdos es muchísimo, pero vuelvo a lo dicho antes: hay que caminar si se quiere hacer camino.

— Palabras a los Intelectuales se han quedado en frases que no siempre hurgan en su esencia. Creo que algunos de sus preceptos han quedado distorsionados de cara a las generaciones subsiguientes. Cómo las interpreta y pone en práctica Corina.

A 60 años, Palabras a los intelectuales es uno de esos documentos de plena vigencia que muchos citan y pocos consultan en plenitud. Para la lectura correcta del documento hay que leer desde La Historia me absolverá, hasta el discurso de Fidel en la clausura del Congreso fundacional de la Uneac, pasando por los relativos a la Campaña de Alfabetización.

En ellos se descubre el sentido de “Palabras…”, que no es sólo un texto sobre la libertad de creación y expresión o el intento de acotar los límites de la relación entre la naciente Revolución y los representantes del Arte y la Literatura, aunque de eso trate en algunos pasajes.

El centro del documento es la expresión de la voluntad y la estrategia revolucionarias de desatar y promover el desarrollo de las capacidades creadoras del cubano, y no solo en materia de Arte y Cultura; y, por otro lado, el reconocimiento del papel de los escritores y artistas en el logro de esos fines, así como la invitación que les hace a sumarse a esta obra colosal, sabiendo que ella necesitaría de sus saberes, y recordándoles que también serían beneficiados por esa avalancha de cultura que se intentaba proponer.

Es sorprendente que Fidel todo el tiempo insista en orientar esa política hacia el logro de una sociedad donde lo bello, lo bueno y lo verdadero sea patrimonio común.

Palabras a los Intelectuales en un documento vigente, pero también, indica un derrotero que está pendiente. En esta época de crisis sanitaria mundial, Cuba puede sobrevivir gracias a la estrategia de Fidel de desatar eso que Aquiles Nazoa llama los poderes creadores del pueblo.

— Silvio dice «Yo me muero como viví». ¿Cuál sería tu declaración de principios en este sentido?

No hay otro modo de morir que hacerlo conforme se ha vivido. Ese acto último, sin asomo de religiosidades que no tengo, no podría ser distinto de lo que hemos hecho, pensado y sentido durante el trayecto. Pero Silvio está hablando de fidelidades. Es un hermoso credo que suscribo. Vivo y muero cada día fiel.

Fuente: Sitio de la UNEAC

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