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Memorias de un Premio

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MG 1046

Por Jorge Fornet

Al celebrar un nuevo aniversario de nuestra institución, presentamos el volumen Premio Casa de las Américas. Memoria 1960-2020, que recoge –organizada por Inés Casañas y Jorge Fornet– toda la trayectoria del concurso, desde sus orígenes hasta hoy. Son sesenta años de una historia que involucra a gran parte de los más renombrados escritores y pensadores de nuestra América y de otras regiones del mundo. Adelantamos aquí un fragmento de las Palabras preliminares del volumen.

Esta es la historia de un premio literario. Pero es también –si se nos perdona la inmodestia– la historia de buena parte de la literatura latinoamericana y caribeña de las últimas seis décadas. Durante sus sesenta años de existencia, el Premio, el más antiguo de su tipo en el Continente, ha sido reflejo de la historia y la cultura de la América Latina y el Caribe. No es de extrañar que su repercusión fuera inmediata. Ya en el discurso que pronunciara en la Conferencia de Punta del Este en 1961, el Che Guevara lo mencionaba como prueba y ejemplo de la “exaltación [que Cuba propiciaba] del patrimonio cultural de nuestra América Latina”.

A partir de su primera edición en 1960, en la cual fueron jurados desde escritores consagrados como Miguel Ángel Asturias, Nicolás Guillén y Alejo Carpentier, hasta jóvenes promesas como Carlos Fuentes, el certamen ha contado con la presencia de más de mil intelectuales de varios continentes. Muchos autores a quienes la vida condujo por los más disímiles rumbos (Juan José Arreola, Mario Benedetti, Kamau Brathwaite, Italo Calvino, Antonio Candido, Ernesto Cardenal, Fernando Henrique Cardoso, Camilo José Cela, Julio Cortázar, René Depestre, María Rosa Oliver, Nélida Piñón, Ángel Rama, José Saramago y Mario Vargas Llosa, entre otros) han legitimado, al participar como jurados en él, un premio empeñado en apoyar, inclusive, la creación en géneros no canónicos o en otras lenguas de nuestra América, además de estimular el esfuerzo de los nuevos escritores. De hecho, autores como José Soler Puig, Roque Dalton, Ricardo Piglia, Alfredo Bryce Echenique, Antonio Skármeta y Eduardo Galeano daban sus primeros pasos en la literatura cuando fueron galardonados y publicados por la Casa. Si hemos decidido rescatar la historia de este Premio no es con ánimo autocomplaciente, sino por lo que el desarrollo del Premio mismo puede aportar al entendimiento de nuestro proceso literario.

Nacido con el nombre de Concurso Literario Hispanoamericano, el certamen adoptó en 1964, con la entrada de autores brasileños (a instancias de Manuel Galich), el de Concurso Literario Latinoamericano, y a partir del año siguiente el nombre definitivo de Premio Literario Casa de las Américas o, simplemente, Premio Casa de las Américas. La idea del certamen surgió poco después del nacimiento de la nueva institución, creada mediante un decreto de abril de 1959 e inaugurada en julio de ese mismo año, bajo la dirección de Haydee Santamaría. El 13 de octubre, es decir, a escasos tres meses de su apertura, la Casa dio a conocer la convocatoria para el primer concurso. Este se celebró, con la participación de 575 originales, en enero del año siguiente. La idea misma del Premio, como forma de acercar y promover a intelectuales del Continente, nació de una propuesta de Katya Álvarez y Marcia Leiseca que contó con el apoyo inmediato de Haydee. Fue entonces Alejo Carpentier, con su prestigio y la amistad que lo unía a destacados intelectuales cubanos y extranjeros, quien ayudó a preparar las bases del concurso y quien convocó a la mayor parte de aquellos primeros jurados. El premio de Ensayo otorgado en esa ocasión a Ezequiel Martínez Estrada muestra el interés inmediato que el concurso suscitó aun en escritores consagrados. Lo cierto es que, a partir de entonces, muchos de los propios jurados y premiados serían sus más importantes promotores.

Libro 50 aniversario

Si de veras las instituciones y las políticas culturales pueden influir en el proceso creativo, la Casa de las Américas, surgida en los primeros meses de la Revolución Cubana, tuvo el privilegio de ser protagonista de un momento particularmente intenso de la historia y la cultura continentales. El establecimiento del Premio fue coherente con la política cultural de la Revolución, empeñados ambos en dar sentido a su doble vocación latinoamericanista. No extrañe, por tanto, que, aunque su papel era sobre todo de índole cultural, el Premio compartiera los vaivenes de la confrontación política de aquellos años. Más allá de la voluntad de sus organizadores, participar en el Premio podía ser una opción ética que adquiriera de pronto, además, connotaciones políticas. De hecho, ya en 1961 José Bianco tuvo que renunciar al cargo de Jefe de Redacción de la revista Sur –que ocupaba desde hacía más de dos décadas– por haber integrado el jurado de ese año. Algo similar le ocurrió en 1968 a José Revueltas, modesto funcionario de la Secretaría de Educación Pública de su país.

Se hará obvio, para quienes recorran las páginas que siguen, que si bien en principio el Premio se limitó a los géneros tradicionales (poesía, cuento, novela, teatro y ensayo), poco a poco fue dando cabida a otros y a nuevas categorías. Así, en 1970 apareció el testimonio (género deudor de este Premio en más de un sentido, que daría a conocer, por ejemplo, a Rigoberta Menchú); y luego la literatura para niños y jóvenes, las literaturas caribeñas en lengua inglesa y francesa, así como en los respectivos creoles, la brasileña, las indígenas, etc. Esa otra historia irá apareciendo en la cronología que ocupa la parte central de este volumen. Queda por estudiar, por otra parte, el esfuerzo económico y organizativo que ha implicado un empeño como este.

Además de la misión de difundir, sin ánimo comercial, la obra de los escritores galardonados (en su mayoría de escaso reconocimiento hasta entonces), el Premio se propuso ser lugar de encuentro y debate de los escritores de todo el mundo y en especial de nuestra América. De hecho, la Casa y su concurso trenzaron efectivas redes intelectuales. Aquí se conocieron personalmente gran parte de los autores y aquí esbozaron muchas ideas fecundas. Incluso, muchos de ellos modificaron su percepción de sí mismos tras la experiencia como jurados; es conocido y ejemplar el caso de Cortázar, quien afirmaba que fue gracias a su primera visita en 1963, y su trabajo como jurado, que comenzó a reconocerse como escritor latinoamericano.

A partir de 1975, cuando el Premio empezó a ser organizado por el Centro de Investigaciones Literarias de la propia Casa, comenzó a celebrarse de forma paralela, y con la presencia tanto de jurados como de invitados, el Encuentro de Escritores Latinoamericanos y Caribeños. Fruto de aquel primer Encuentro, por ejemplo, fue la convocatoria, para el año siguiente, de la literatura caribeña de expresión inglesa, a la que seguirían más adelante, como ya se ha señalado, obras escritas en otras lenguas de la región.

Cuando en 1999 se cumplieron cuarenta años del certamen, Roberto Fernández Retamar concluía las palabras inaugurales del concurso expresando:

¿Qué van a hacer los jóvenes con el Premio Casa de las Américas? ¿Quedará como está? ¿Desaparecerá, entendiéndose que su misión ha sido cumplida? ¿Encontrará maneras creadoras de seguir prestando servicios? […]

Hago estas preguntas en un momento de madurez de nuestro Premio y de nuestra Casa. Y, como he dicho, no anticipo contestaciones. Es más: quiero dejar las preguntas en el aire, con la certidumbre de que serán bien respondidas. Si hemos sabido ser los mismos y otros; si hemos vivido y sobrevivido a través de pruebas a menudo bien complejas, tropezando y volviendo a encontrar el paso, tenemos derecho a la confianza. Tenemos más: el derecho, y probablemente el deber, de volver a empezar.

Impulsados por ese desafío pronto aparecieron notables cambios, como parte de la dinámica de un Premio que no ha dejado de modificarse, sin dejar de ser fiel a sí mismo y a las decenas de miles de concursantes y jurados que lo han sostenido a lo largo de más de sesenta años.

Premio Casa de las Américas. Memorias. 1960-2020.

 

Bases del Premio Literario Casa de las Américas 2022

La Casa de las Américas convoca para el año 2022 a la edición 62 de su Premio Literario. En esta ocasión podrán concursar obras inéditas en los géneros de novela, poesía y ensayo de tema histórico-social. Los autores concursantes deberán regirse por las siguientes bases:

1- Podrán concursar obras inéditas en español en los siguientes géneros: novela, poesía y ensayo de tema histórico-social. Se considerarán inéditas aun aquellas que hayan sido impresas en no más de la mitad.

2- En novela y poesía solo podrán participar autores latinoamericanos, naturales o naturalizados.

3- Por el premio de ensayo de tema histórico-social podrán concursar también autores de cualquier otra procedencia, con un libro sobre la América Latina o el Caribe, escrito en español.

4- Ningún autor podrá enviar más de un libro por género, ni participar con una obra en proceso de impresión, aunque esté inédita, o que haya obtenido algún premio nacional o internacional u opte por él mientras no se haya dado el fallo del Premio Casa de las Américas. Tampoco podrá participar en un género en el que hubiera obtenido ya este Premio, en alguno de los cuatro años anteriores.

5- Se otorgará un premio único e indivisible por cada género que consistirá en 3000 dólares o su equivalente en la moneda nacional que corresponda, y la publicación de la obra por la Casa de las Américas. Se otorgarán menciones si el jurado las estima necesarias, sin que ello implique retribución ni compromiso editorial por parte de la Casa de las Américas.

6-Las obras serán firmadas con seudónimo.

7- La Casa de las Américas se reserva el derecho de publicación de la que será considerada primera edición de las obras premiadas, hasta un máximo de 10 000 ejemplares, aunque se trate de una coedición o de reimpresiones coeditadas. Tal derecho incluye no solo evidentes aspectos económicos sino todas las características gráficas y otras de la mencionada primera edición. Asimismo, la Casa de las Américas, de común acuerdo con los autores, promoverá la circulación en formato digital de los libros premiados.

8- Los autores deberán enviar sus obras de manera digital, en pdf, accediendo a la plataforma http://premiocasa.cu. Las obras no excederán en ningún caso de las quinientas (500) páginas.

9- El plazo de admisión cerrará el 31 de octubre de 2021 a las 12 de la noche, hora de La Habana.

10- Los premios se darán a conocer 28 de enero de 2022.

11- El incumplimiento de alguna de estas bases conduciría a la invalidación del Premio otorgado.

 

Fuente: Sitio La Ventana.Casa

 

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